El ocaso
Recuerdo aquel verano
en que mis ojos te vieron,
se hizo tan grande el cielo
¡tan bello y tan inmenso!
Con frenesí y sin calma,
me embriagué de sueños,
se entusiasmó mi alma
en un manjar de excesos.
Bajo el grandioso cielo
me deleité en tu cuello,
se hizo grande el deseo
aquella tarde en el leño.
En el jardín de nardos
te enredé en mis brazos,
entre tus tibias manos
se me escapó el verano.
Y llegó pronto el día
en que tus ojos pardos,
al vislumbrar la noche,
dejaron el ocaso.
Andrea Chica
Una poesia preciosa para terminar triste. Un abrazo
ResponderEliminarMil gracias Maria del Carmen! Un saludo!
EliminarMuy bello.
ResponderEliminarMuchas gracias por dejar tu huella...Andrea
Eliminar