Hoy decidida me senté a escribir sonetos,
pero mi alma no entendía que era eso,
yo le explicaba que contara cada verso,
y ella de lejos me fruncía el entrecejo.
Solo debía hacer fluir el sentimiento,
pero a mí, no me daba aquel terceto,
mi alma ofuscada me decía que parara,
pero yo, en realidad, no la escuchaba.
Solo miraba aquellas hojas arrugadas,
de tantos versos, que a mí no me rimaban,
y yo seguía en mi mente empecinada,
por evadir esa sinalefa obstinada.
Se hicieron largo los minutos y segundos,
y no podía a mi soneto dar tributo,
busqué en las letras hallar sus sustitutos,
pero el soneto se quedaba sin murmullo.
Aquellas sílabas a mí ya no me daban,
y en la fogata los cuartetos me miraban,
entre las llamas las hojas se quemaban
y de reojo los tercetos me juzgaban.
Y terminé escribiendo sin soneto,
a los maestros les dejo mis respetos,
en una esquina me aguarda el sentimiento
para escribir muy pronto aquellos versos.
Andrea Chica
Pues acabaste escribiendo un bello poema!! Un saludo
ResponderEliminarGracias Victoria!!
Eliminarmuy bello
ResponderEliminarMil gracias Marcelo
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